MEMORIA HISTÓRICA
El Palacio de los Mendoza, antiguo Hotel Emperatriz hasta Octubre de 2002, se ubica en el centro de la localidad de Mérida, constituyendo uno de los principales edificios que dan forma a su Plaza de España.
Durante la época romana, la Plaza carecía de su fisonomía y función actual, cabe recordar que las plazas romanas se ubicaban en el Foro, centro de la vida social, política y religiosa a la vez que mercantil. Sin embargo, si conocemos como el espacio en el que hoy en día ocupa la Plaza de España, se enmarca al Sur por Decumanus Máximo, actual Calle Santa Eulalia y al Este por un cardo minor localizado en las obras de la Plaza y en el solar de la colección visigoda.
Al igual que para el período romano, son pocos los datos que han aportado las excavaciones respecto al entramado urbano de época visigoda. En este caso, las referencias más importantes las encontramos en el libro de las Vital Patrum Emeritensium, donde se nos habla de una ciudad urbanísticamente cristianizada en el S. VI contaba en su interior con una Catedral, la antigua Santa Jerusalén, que parece se situaba en los terrenos de la actual Santa María y junto a la Catedral. Muy cerca de la iglesia se disponía el Palacio Episcopal que, y a tenor de lo registrado en otras ciudades paleocristianas, debía estar junto a la Catedral y el Baptisterio por lo que se plantea como hipótesis para su ubicación del Convento de Santa Clara, el desaparecido Palacio de los Duques de la Roca o el Palacio de los Burnay (Hotel Emperatriz). Por lo tanto, nos encontramos en pleno centro de la vida administrativa y religiosa de la época visigoda.
En época visigoda, Mérida sufre una importante transformación en su urbanismo desde el año de la conquista, 713, hasta el momento de su reconquista por parte de las tropas leonesas en el año 1230.
La ciudad musulmana se configura con un centro amurallado y arrabales en sus alrededores. Las murallas de Mérida de claro carácter defensivo, fueron reformadas por los ciudadanos en el año 828 tras su destrucción parcial como castigo a las revueltas maradíes. Definitivamente se produce su caída en el año 868 en la cual y tras otra nueva revuelta se destruye hasta los cimientos. Reconstruida en tapial, posiblemente en el S. XI, esta muralla tenía un perímetro inferior aprovechando, en parte los cimientos romanos. En el S XV, las cuatro puertas que daban acceso al interior de la cerca se ubicaban en Santa Olalla, El Puente, San Salvador y San Andrés.
En el interior de esta ciudad se ubicarían las alcazabas y palacios así como mercados, zonas residenciales y centro religiosos. Aunque no contamos con documentación histórica que situe las mezquitas en el entramado urbano de la época musulmana, sin embargo, si tenemos referencias a través de Moreno de Vargas de la transformación en la época de la Reconquista por parte de los leonesas de la mezquita del castillo en iglesia bajo ubicada encima de las bóvedas del aljibe en el interior de la Alcazaba. Un segundo edificio se ubicaría en el actual Parador Nacional de Turismo donde se conservan en su patio columnas procedentes del Templo de la Concordia de Augusto con inscripciones arábigas de carácter religioso. Por último, se situaría la mezquita aljama, principal edificación de carácter religioso, en el edificio que, en época visigoda, constituía la eclesia señor o catedral, actual Santa María.
A favor de su ubicación en este espacio está el hecho del retraso que sufrieron las obras de construcción de este edificio incompleto aún en el año 1326 y su tardía adquisición del rango de parroquia en el año 1479 cuando Alonso de Cárdenas une a su seno las Iglesias de Santiago y San Andrés. La Casa, continuaría en manos de la familia durante los años siguientes en que aparece citada en los documentos como propiedad de los Marqueses del Espinardo, quienes ampliaron la vivienda con el añadido de nuevas estancias.
El Marqués de Espinardo, era familiar directo de los Vera y Alburquerque, constituyeron una de las familias más influyentes en Mérida a finales del siglo XVI-XVII. La obtención del título se efectuó mediante matrimonio entre Don Diego de Vera y Doña Ana Ortiz de Zúñiga y Fajardo. Hasta finales del S XVIII la familia residirá en la ciudad.
En un plano fechado en 1976, el palacio figura lindando con la antigua Audiencia Vieja y la Antigua Cochera de los Duques de la Roca. En él la leyenda indica “Palacio de Canilleros”.
Casado Don Juan de Vera con Doña Vicente Barona y Vargas, uno de sus siete hijos, Teresa, enlazará mediante matrimonio con A. Mª. Porres, V Conde de Canilleros, tal vez de ahí la denominación.
A mediados del S XVIII, conocemos por el catastro la distribución de las casas adosadas al Palacio. Así, en 1753, el Ayuntamiento era el propietario del inmueble colindante con la casa del Marqués de Espinardo correspondiente con la Audiencia Vieja. Con posterioridad, Doña Antonia Coronada Vaca se hace con la propiedad de la Audiencia Vieja cuando el Ayuntamiento se decide a venderlo y compra la casa contigua.
A principios del S XIX se comienza a edificar la casa de los Pacheco donde antes se ubicaba la audiencia y la vivienda particular. La obra ha de detenerse a causa de la Guerra de la Independencia estando concluida en 1821.
En el año 1829, Don Alonso Segundo Pacheco adquiere la Casa del Conde de Canilleros según reza en la certificación de este año.
En el S XIX, el Palacio está habitado por Don Luís de Mendoza. Perteneciente a la noble familia de los Mendoza, cuyo más ilustre personaje lo constituye Don Lope de Mendoza, caballero nacido en Mérida en 1492 y que participó junto a Hernán Cortés en la conquista de Perú. Don Luís era militar que participó en Trafalgar, pintor que en el año 1840 pone una escuela gratuita de dibujo en el local del museo, en Santa Clara regalando al Ayuntamiento un retrato del General Espartero. En 1842 forma parte de la Sociedad de amigos del País y de la Junta de Arqueología creada con motivo de la concesión del exconvento de Santa Clara como sede del Museo Arqueológico.
En el año 1866, la Reina Isabel II, su esposo el príncipe de Asturias y la Infanta Doña Isabel, en su visita a la ciudad, se alojan en la casa del entonces alcalde Don Alonso Pacheco y Blanes y en la inmediata de Don Luís de Mendoza.
En el Palacio se sirvió un espléndido banquete que costó más de 200.000 reales, que después del destronamiento de la reina en el año 1868 aún no se había podido pagar.
El escudo de los Mendoza no se dispone en ninguno de los lados del edificio ya que a esta casa accedió vía matrimonio con una dama de la rama de los Vera, los legítimos propietarios del inmueble. Desde entonces se le conoce por Palacio de los Mendoza. Tanto la vivienda como el Palacio de los Mendoza, son propiedad de Don Alonso de la Encarnación Pacheco y su segunda esposa Doña Margarita Lerdo de Tejada. Durante un largo período de tiempo ambas viviendas aparecen comunidades mediante accesos internos que dan a un patio común. De esta unión restan numerosos vanos, ventanas, así como puertas, todas ellas tapiadas a causa de un pleito posterior.
En el año 1870, S. Alonso presenta diversas solicitudes al Ayuntamiento para la compra de “UNA RINCONADA” situada delante de la fachada de su casa, antigua vivienda de Luís de Mendoza, para la construcción de un edificio desde la esquina de la calle de Las Cruces en línea con la fachada de su domicilio. La solicitud es denegada, dando como opción la construcción de unos portales.
Al fallecimiento de D. Alonso, y una vez hecho testamento, se establece entre herederos el popularmente conocido “Pleito de las Ventanas” (1890), que enfrentó a los hermanos Carlos y Josefina Pacheco y Lerdo de Tejada el primero teniendo como abogado a Primo de Rivera y la segunda al ilustre político y abogado N. Salmerón.
El litigio se produce en el momento de la división de las viviendas (Palacio de los Mendoza y Casa de los Pacheco) ya que la fachada Este del Palacio habría ventanas y puertas hacia la vivienda y patio de los Pacheco.
En una decisión del nuevo propietario se cegan estas ventanas tal y como se puede apreciar actualmente en la exterior que da hacia el jardín del hotel y en las medianeras del interior. De este modo, la única iluminación de ambos inmuebles lo constituye la luz de sus patios interiores, el central del Palacio de los Mendoza y los dos laterales de la casa de los Pacheco. Se conoce que en el año 1893, Doña Margarita, ya entonces viuda aparece como residente de la casa de los Pacheco, sin embargo, en el año 1905 habitaba junto a su hija en el Palacio de los Mendoza, siendo la casa de los Pacheco residencia del por entonces Alcalde de Mérida D. Carlos Pacheco y Lerdo de Tejada.
Los últimos propietarios del Palacio de los Mendoza, fueron D. Jorge de Burnay, Conde de Burnay casado con Doña Josefina Pacheco y Lerdo de Tejada. El Palacio, pasa a manos de Doña Josefina, propietaria directa del inmueble, que tras el fallecimiento de madre, se dividen definitivamente las propiedades quedando del siguiente modo: el Palacio de los Mendoza para su hija Josefina, la casa de los Pacheco para su hijo Carlos y el antiguo convento de Santa Clara, adquirido por D. Alonso Pacheco para hacer una casa y almacén, a su hijo Antonio
En la visita efectuada en el año 1905 se solicita al vecindario que engalanen sus balcones y adecenten su fachada a lo que acceden entre otros el Conde de Burnay de Lisboa que ya residía en el Palacio. Durante su estancia en Mérida, D. Alfonso XIII visitó la vivienda del político D. Antonio Pacheco, pernoctando en la casa de D. Carlos.
Al fallecimiento del Conde y la Condesa de Burnay, la casa pasa a manos de uno de sus hijos, Fernando Burnay, que habitará en ella hasta que a finales de los cincuenta le vende el Palacio a D. Luís Simancas. La venta del mismo se hizo con una entrega de un millón en efectivo, una renta vitalicia que para evitar las fluctuaciones se contabilizaría en trigo y el derecho a ocupar dos o tres habitaciones del futuro Hotel Emperatriz hasta su fallecimiento. Dichas habitaciones son las que se abren hacia el jardín, en la planta baja, correspondiendo a la puerta ventana clausurada que sus últimos tiempos funcionaron como sala de estar y cafetería.
En 1960 el Palacio es propiedad de D. Luís Simancas que lo transforma en hotel adaptando el Palacio de los Mendoza. Actualmente funciona como tal siendo propiedad de la cadena ILUNION Hotels.